La curva del olvido vs. estudiar con sentido
- Estudiarconsentido
- 26 abr
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La curva de la memoria, o la curva del olvido, nace de los estudios de Ebbinghaus a finales del siglo XIX sobre la memoria. Él quería tener un método experimental para aplicar al estudio de la memoria. Su discusión con Jung era que tal cosa no era posible, así que diseñó un modelo de experimento para comprobar que se podían hacer mediciones exactas sobre una de las áreas de trabajo de la psicología. En esa época el interés de todas la áreas de conocimiento era el de conseguir aplicar el método científico para poder tener datos objetivos y muchos campos de estudio se descartaron por no ser podidos explorar desde la visión cuantitativa de la ciencia, es decir: si no se podía medir no se podía investigar.
Fue así como el método positivista fue imponiendo su criterio sobre lo que era investigable y lo que no, y uno de los campos que se quedó fuera fueron las siempre subjetivas emociones y sentimientos. Hasta que fueron capaces de hacer mediciones en este campo a finales del siglo pasado y empezaron a ganar protagonismo a nivel de investigación.
Bueno, volvamos a los estudios de Ebbinghaus, son importantes porque desde entonces no se ha producido ningún avance que lo contradiga o que lo supere, es decir, seguimos operando con investigaciones de hace unos 150 años, ¡con todo el avance neurocientífico que ha habido! Todavía a estas alturas todas las técnicas de estudio y todas las recomendaciones de estudio se basan en esta curva.
Los resultados de esta investigación se han replicado en innumerables ocasiones y siempre se cumplen, lo que significa que es irrefutable, es decir, es conocimiento asentado, la memoria funciona así. Lo que nos dicen estos estudios es que la cantidad de tiempo que se va a recordar una información depende de la cantidad de repasos que se haga. Si después de exponernos a una información no volvemos a intentar recordarla en poco tiempo la olvidaremos sin más. Sin embargo, si nos exponemos de nuevo, es decir, si la repasamos con cierta frecuencia, conseguimos que permanezca más tiempo en nuestra memoria y cuántos más repasos espaciados hagamos más tiempo conseguiremos que permanezca en nuestra memoria.

Imagen tomada dehttps://investigaciondocente.com/2023/04/20/la-curva-del-olvido/
Por eso todos los sistemas de estudio incluyen repasos espaciados cada cierto tiempo para conseguir que la cantidad de información recordada sea la máxima posible. Son sistemas de vueltas o sistemas de arrastre que tratan de pasar muchas veces por el temario para terminar recordando lo máximo posible.
Desde mi experiencia he podido observar algunos problemas que presenta en la práctica esta curva:
1- Nunca consigues el 100% del recuerdo, o la cantidad de repasos que se necesitarían sería tan elevado que es incompatible con cantidades grandes de información. Es imposible repetir muchísimas veces un temario muy largo por la cantidad de tiempo que se necesita. De modo que siempre habrá un porcentaje de temario imposible de recordar. Estas técnicas buscan que sea un porcentaje lo más pequeño posible.
2- En el momento en que desaparecen los repasos el recuerdo también desaparece en la misma proporción, pero más rápido. Es decir, cuánto más tiempo pase entre repaso y repaso más información se olvidará y cuanto el repaso tarda mucho el recuerdo es casi nulo. Esto es muy importante porque si damos pocas vueltas al temario, sobre todo por falta de tiempo, la cantidad que se recuerda es muy poca.
3- No garantiza comprensión del tema ni lo necesita. Cuando se comprende facilita el recuerdo pero el mero hecho de leerlo muchas veces no garantiza ningún aprendizaje, solo un recuerdo.
4- Esto genera una sensación de inseguridad porque al repasar somos conscientes de que una parte, más o menos grande, del temario no lo recordamos. Si nos entra justo esa parte estamos perdidos en el examen. Esto suele provocar nerviosismo y hasta ansiedad ante el examen.
Lo que ocurre es que esta investigación se ha aplicado al aprendizaje y a la enseñanza directamente sin ningún análisis previo sobre las condiciones del estudio. Es cierto que los datos están correctos, pero no es cierto que eso sea aprender, es solo recordar. Aprender y recordar no es lo mismo.
La clave está en el tipo de información que se intentaba recordar en el experimento: se puso a un grupo de gente a repetir sílabas sin sentido (inicialmente y después palabras al azar) y se hacían las mediciones. Precisamente tenía que ser información sin sentido para que no apareciesen variables subjetivas que pudiesen dar explicación a los resultados, porque el sentido que se pueda encontrar a las palabras alteraba los resultados. De hecho, en las listas de palabras, cuando aparecían palabras con carga emocional para el sujeto el recuerdo aumentaba notablemente. Es decir, cuando era palabras conocidas y que significaban algo era más fácil de recordar.
La cuestión está en que eso no tiene nada que ver con aprender ni con estudiar. Sólo es acumular datos, acumular información en la memoria. Cuando aprendemos necesitamos encontrar el sentido de las cosas, nunca vamos a tener un tema en clase, en ninguna materia, ni en ninguna oposición que no tenga sentido, nunca tendremos que estudiar datos al azar. Porque aprender significa construirnos por dentro, crecer como persona con nuevos datos, pero necesitamos ser capaces que esos datos tengan un sentido y además conseguir conectarlos entre sí y conectarlos interiormente, no solo en nuestra memoria, sino en nuestro pensamiento.
La forma en que lo conectemos será el sentido que le encontremos, que no es único de la una información concreta, sino que es personal de quien aprende algo. En el proceso de encontrar sentido a lo que estamos leyendo o estudiando es cuando nos construimos por dentro, nos desarrollamos y crecemos. Si solo leemos sin llegar a encontrar el sentido del texto, será muy difícil que pase a formar parte de lo que sabemos, porque lo que sé es parte de lo que soy, es el conocimiento que tengo y eso perdura en el tiempo.
Siempre todos los textos tienen sentido. Todo lo que tenemos que estudiar tiene un sentido, aunque no siempre podemos encontrarlo, sobre todo en la etapa escolar que son cosas elementales o claves. Quizás sea más difícil cuando preparamos una oposición, pero una ley siempre tiene un sentido y también hay una intención legisladora. Cuando hablamos de secundaria, bachillerato y más aún de primaria, los texto son relativos a la cultura general de nuestra sociedad, va subiendo el nivel pero son aspectos de saber general de nuestra cultura.
Esa es la clave, encontrar el sentido de algo que no nos provoca interés, porque son cosas diferentes. Una cosa es que podamos comprender y acceder a significado más profundo del tema y otra cosa diferente es que eso sea algo que me interesa. Si coinciden las dos cosas es mejor, pero podemos encontrar el sentido y comprender bien un tema, aunque no sea algo que me genere curiosidad personal, podemos comprenderlo igual.
Tampoco tiene nada que ver con que sea útil, el sentido de una tema no depende de la utilidad. Hay una corriente que defiende que solo haya que estudiar lo que sea útil o lo que nos interese de forma natural (lo que nos motive), pero no, podemos aprender cosas que no vayamos a utilizar de forma inmediata. Incluso podemos aprender cosas abstractas que no se aplicarán nunca en nuestra vida cotidiana, pero que nos van a servir para crear estructuras cerebrales: para ampliar nuestra inteligencia, para crear relaciones más complejas entre los conceptos, para dar un salto a un nivel superior de conocimientos.
Algo importante es que no se puede entrenar la inteligencia ni la memoria sin un contenido. Así que además de tener que aprender habilidades también se necesitan aprender conocimientos teóricos para que nuestra estructura mental se desarrolle completamente.

Nuestro sistema de abordar el temario no sigue las pautas marcadas por la curva del olvido. Estudios posteriores relacionados con el trauma verifican que cuando hay emociones el recuerdo es duradero y cuando la intensidad de la emoción tiene nivel de trauma, el recuerdo es para siempre. Lo importante de estos estudios es que reflejan que hay elementos que permanecen en la memoria durante mucho tiempo y la clave son las emociones.
Obviamente no podemos introducir el elemento trauma, pero sí podemos incorporar las emociones, a un nivel más bajo de intensidad para generar un recuerdo más duradero, no para siempre, pero sí durante meses o años. Con este tipo de sistema no hace falta establecer tiempo de repasos espaciados, porque el impacto emocional hace que el recuerdo no decaiga y se mantenga en el tiempo.
Sí pautamos repasos, sobre todo al principio, pero para ganar seguridad, no porque haga falta. Es decir, pondremos los repasos para chequear y comprobar que a pesar de que haya pasado tiempo el recuerdo se mantiene. Así después de un par de repasos espaciados por lo menos un mes, la confianza aumenta muchísimo porque somos conscientes de que recordamos el 90% o más, aunque pase el tiempo.
La conclusión es que, si queremos aprender, generar conocimiento, en lugar de acumular datos, la curva del olvido no se puede aplicar, necesitamos aplicar un sistema más profundo, donde se active la persona completa. Necesita una participación activa y consciente para llegar a una profundización del tema. La forma de hacer esto no es compleja ni requiere de un sistema complicado, sino que es tiene que ser sencillo y natural, siempre aprendemos de una forma bastante natural (incluso espontánea), así que no hay que buscar técnicas complicadas de pasos difíciles de seguir, sino que tiene que ser sencillo y bastante natural. Lo que necesitamos es cambiar el chip y nuestro punto de vista sobre el estudio y aprender.
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