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¿Qué nos dicen las notas y cómo interpretarlas?

  • Estudiarconsentido
  • 20 jun
  • 6 Min. de lectura

Cuando llegan las notas, es momento de evaluación y de revisar qué ha pasado. Hacerlo de forma constructiva es difícil y puede salirnos una respuesta automática que quizás nos estanque en el problema o provoque otro a la larga. Por supuesto, no es necesario sentirnos culpables si no hemos reaccionado de la mejor manera posible, porque es una respuesta instintiva y lo hacemos sin pensar. Lo que sí tenemos es una oportunidad para pensar después “en frío” qué queremos lograr y qué podemos hacer para conseguirlo de forma más fácil.


Creo que lo primero es saber interpretar unas calificaciones, saber qué nos dicen unas notas. La única información que nos dan es cómo ha sido el desempeño con respeto a unos objetivos prefijados para el curso: si los han conseguido o no y en qué medida. No nos dicen nada de su carácter personal, de cómo son cómo personas, ni nos dicen nada sobre su futuro. De unas malas notas no se puede llegar a la conclusión de que es un vago, de la misma manera de que de unas notas excelentes que es un genio. Porque para llegar a esas conclusiones se necesitan muchas más variables y mucha más información a tener en cuenta. Una cosa es el desempeño escolar y otra es la persona completa. Las notas son solo una parte del desempeño escolar y éste a su vez es solo una pequeña parte de su vida, en la que hay muchas más parcelas y áreas. Puede ser un estudiante pésimo, pero tener unas excelentes relaciones sociales, ser muy buena persona y tener muy buenas habilidades de vida (he visto muchos casos de este tipo y eso es realmente lo más importante a la larga para su futuro).

Estudiante

Cuando magnificamos el área escolar y le damos importancia a las notas como si toda su vida fuese solo el ámbito escolar les llevamos a lo que estamos viendo estos últimos años: con la ansiedad que provoca un simple suspenso. Últimamente vemos que se magnifica esa parte de su vida, cuando es sólo una parte más que se compensa con todo los demás: sus relaciones sociales, sus habilidades no escolares (las actividades de ocio con las que se desarrolla, por ejemplo el deporte, la música, danza, etc.). Que sea mal estudiante solo significa que no sabe hacerlo mejor.


Si las notas son buenas significa que todo está bien, si no son buenas, significa que algo hay que mejorar, o en cantidad o en calidad. Realmente no nos dicen nada más. A partir de aquí nuestra respuesta puede ayudar o tener justo el efecto contrario.


Es importante recordar tantos estudios que nos demuestran que no existe relación entre las notas escolares y el futuro éxito, tanto a nivel profesional como en la vida en general. Teniendo esto claro, nos puede quitar mucha presión porque tiene mucho tiempo por delante (toda la vida) para mejorar si los resultados no han sido los deseados. Veremos algunas actitudes que son muy habituales y que nos pueden ayudar en la reflexión:


-Cuando las notas son buenas y el proceso también. Solo hay que disfrutar y alegrase. Felicitarles, manifestar que nos sentimos orgullosos, pero sobre todo poner el foco en que quien se tiene que sentir orgulloso es el propio estudiante. Cuando están satisfechos con sus resultados, no hay nada más motivador que ver el resultado del esfuerzo y estar conforme.


-Cuando las notas son buenas, pero el proceso no. Parece que no podemos estar satisfechos si estimamos que debería tener mejores hábitos o dedicar más tiempo o de una forma más estable. Lo cierto es que de alguna manera se ha arreglado para conseguir sus objetivos y ha salido bien. Podemos confiar en que cuando la cosa se complique y aumente el nivel de exigencia, encontrará también la forma de solucionarlo. En mi experiencia, cogerán en hábito justo cuando sientan que lo necesitan, y aumentarán las horas cuando lleguen por sí mismos a la conclusión de que no les llega lo que hacen y necesitan ponerse más. Así que si los resultados están bien no hace falta crear un conflicto innecesario. Reconocer el trabajo (aunque nos parezca poco, ha sido adecuado) y felicitarlo.


-Cuando hay esfuerzo, pero no hay buenas notas. No podemos conformarnos y decir que lo importante es que se ha esforzado y no pasa nada por suspender. Esto es muy peligroso, porque estamos transmitiendo nuestra seguridad de lo incapaz que es. Si se están esforzando, pero los resultados no son buenos, es cuestión de tiempo que empiecen a pensar que no son capaces, que no pueden o que son tontos. La realidad se impone, a pesar de todo su empeño no les sale bien, y la conclusión parece evidente. Si además, nosotros confirmamos que es así, con mensajes de que no importan las notas, queriendo animarles, lo que hacemos es confirmar esa creencia.


En este caso, en la mayor parte de las veces, hay que hilar mucho más fino para ver qué ha ocurrido. Las malas notas nos dicen que no han conseguido los objetivos deseados y hay que ver porqué. A veces es por falta de cantidad, puede que le haya dedicado tiempo, pero puede que necesitase aún más. Quizás no sepa calcular cuánto tiempo necesita para cada materia, o no sepa organizarlo bien. Otras veces es por mala calidad del tiempo que dedica: por falta de atención o de concentración, por despistes involuntarios, por malas estrategias de estudio, por falta de comprensión… Según cuál haya sido el problema la solución es diferente. Por eso no es suficiente con quedarse con el suspenso, sino que hay que ayudar a que hagan autoevaluación y puedan ver para cada nota qué ha pasado, porque puede ser diferente problema en cada asignatura.


Esta autoevaluación es imprescindible para que haya un siguiente paso de propuesta de mejora, es decir, con esto ¿qué vas a hacer? Pero no podemos hacerlo los adulos que tiene alrededor, tiene que tomar ellos la decisión y hacer su propio plan de mejora. No sirve de nada el castigo o la bronca, si no tiene también una lectura sosegada de los resultados en este sentido. Yo entiendo que en una primera impresión nos puede salir que van a estar castigados todo el verano sin salir de casa y sin levantar la cabeza del libro, pero realmente, en frío eso no va a solucionarlo. Una lectura más inteligente, sosegada de la situación puede ayudarnos más.


-Cuando no hay buenas notas, pero tampoco dedicación ni esfuerzo. En este caso la consecuencia natural de la falta de trabajo son los suspensos. La lectura más habitual en este caso es que son vagos, pasan de todo, o les da igual. Aquí también hay que hilar un poco más fino, porque no he conocido a nadie que le de igual sus resultados. Quizás quiera hacerse el valiente, no quiera discutir y cualquier otra escusa para ponerse el escudo del “me da igual”, pero no es más que una tapadera de inseguridad y de insatisfacción de la que no saben salir. En este tipo de actitud hay un convencimiento bastante importante de su incapacidad y dejan de intentarlo, tiran la toalla y como mecanismo de defensa aparentan indiferencia. Nadie que pueda elegir entre tener un 7 y un 3 va a elegir libremente que mejor un 3. Otra cosa es que se vea incapaz de llegar a un 7 y se convenza de que un 3 es lo mejor que puede conseguir.

Evalución de las notas

 

¿Cómo podemos interpretar las calificaciones de forma positiva? Ojo, esto no es un falso positivismo de que todo está bien y que no importan los errores ni los fracasos, no se trata de cerrar los ojos a la realidad y quedarse solo con lo bueno. Esto no nos va a permitir mejorar nunca y a la larga tiene unos resultados catastróficos porque provoca incapacidad asumida. Profundizo un poco más en esto. Si ante el error o el fracaso decimos que no pasa nada, que está bien, no les damos la opción de mejora y de superación de sí mismo, sino que les dejamos conformes en la mediocridad o en el fracaso. La concusión que una persona hace de si misma en esta circunstancia es que “es mi tope”, no soy capaz de hacerlo mejor, soy incapaz, incompetente o no puedo dar más de mí. Si desde el entorno somos complacientes con esta situación confirmamos estas creencias: “Sé que no puedes dar más y te quiero igualmente”.


El mensaje de amor incondicional en el fracaso está muy bien, reconforta y da una base de seguridad de sentirse parte de algo y que no soy rechazado cuando las cosas no salen bien. Debemos acompañar ese mensaje con un “sé que puedes más” y animar a que den más de sí, sobre todo porque pueden.


Tampoco caer en el extremo opuesto de perfeccionamiento infinito. El problema de buscar la perfección es que no tiene límite y podemos seguir pidiendo mejora hasta el infinito y puede provocar sensación de incapacidad o de falta de aceptación. Las expresiones que hacen los adolescentes que tienen este tipo de actitud en casa es de tirar la toalla, “porque total, no le va a valer, siempre va a encontrar alguna pega” y dejan de intentar mejorar viéndose incapaces de llegar al listón tan alto que le exigen.


Como conclusión, lo mejor es preguntar qué piensan-sienten con sus notas. Si están orgullosos y contentos o no. Si no lo están, qué necesitan o qué van a hacer. Y si es necesario, en qué les podemos ayudar. Parece sencillo, pero no hace falta mucho más. Claro, al lado de las preguntas es importante una auténtica actitud de escucha atenta que no juzgue sino que esté en encontrar soluciones (en lugar de culpas).

 

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